jueves, 8 de octubre de 2009
















11. ENTREVISTA CON LA BRUJA


Luego de muchos años sin tener razón sobre la hermosa y joven Catalina, Don Juan decide ir en busca de ella quien ha sido su mayor y gran anhelo de amor; pero quienes por los desatinos del destino se vieron obligados a tomar rumbos diferentes en sus proyecciones sociales.
Sin embargo, hoy la vida les ha devuelto la esperanza de que reconstruyan un pasado que había quedado a expensas del azar; desafortunadamente las condiciones de vida han variado un poco; ella ya no es la misma niña de tiempos atrás sino que ahora es una adolescente que sigue siendo mas joven que Don Juan, pero durante la ausencia de su amado se ha sumergido en un profundo mar de recuerdos que han hecho de ella una mujer apática y alejada de la sociedad.
Catalina en su amargo dolor por la ausencia de Don Juan, fue adoptada por una mujer mayor que tuvo compasión de su estado y le brindo su casa para que se pudiera sentir acompañada, para que de esta manera, pudiera borrar ese dolor que la invadía cada día.
Es así como, Don Juan, quien al ser un hombre de alto prestigio social y quien se dedicaba a viajar por grandes lugares del mundo, a travesó por una cuidad en la que los atardeceres eran mas lentos, frescos y llenos de una eterna y fragante primavera, esta era la ciudad albor.
Al pasar por una gran casona vio a Helena Blavatsky, una mujer poco común a las que conocía, ya que esta era bizca, de piel blanca, alta y delgada; su vestuario era de una mujer de edad avanzada, aunque su rostro reflejaba no tener mas de treinta años; Don Juan al verla le pregunto que si no conocía una mujer de nombre Catalina.
Pero esta mujer, sabiendo que se trataba de su protegida la negó y empezó a cautivar a Don Juan, invitándolo a tomar un te en su casa le dio un brebaje con el que hizo que cayera desmayado ante sus pies; luego lo encerró en una habitación donde perduro el resto de su vida.
Desde otro ángulo de aquella enorme casa Catalina siempre guardaba la esperanza de que algún día volvería a ver a su querido, pero la astuta Helena, se encargaba de observar cada gesto de ella para imitarla haciendo que Don Juan se enamorara de ella y no de Catalina.

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